sábado, 3 de agosto de 2013

La visita a Isabel y el cántico del Magnificat

Lectura orante de Lc 1,39-56

En aquellos días, levantándose María se encaminó a toda prisa a la montaña, a una ciudad de Judea; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio saltos en su vientre e Isabel se llenó de Espíritu Santo y exclamó con una gran voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Y ¿de dónde a mí esto, que venga a mí la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio saltos de alegría en mi vientre. ¡Y dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se le ha prometido de parte del Señor!
Y María dijo:
Engrandece mi alma al Señor,
 y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
porque se  fijó en la humillación de su esclava;
pues mirad, desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque hizo en mi favor grandes cosas el Poderoso,
su nombre es Santo
y su misericordia por generaciones y generaciones
para aquellos que le temen
Hace proezas con su brazo
dispersa a los soberbios de corazón
derriba de los tronos a los poderosos
y levanta a los humildes,
llena de bienes a los hambrientos
y despide vacíos a los ricos
Acoge a Israel, su siervo,
recordando la misericordia
tal como lo prometió a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia eternamente.

María se quedó con ella unos tres meses y después volvió a su casa. 

CUANDO LEAS 

Observa las dos partes del texto: la primera, el encuentro de María e Isabel; la segunda, el cántico de María. Fíjate en los verbos y en sus protagonistas.

Constata  lo que sabes al terminar de leer la escena:
- Acerca de Isabel: ha sido capaz de interpretar la señal recibida de su hijo de que está en la presencia del Señor y, yendo más allá de las apariencias (lo que sus ojos “ven” en María es a su joven pariente de Nazaret), su fe la proclama: Madre de mi Señor, bendita y dichosa. En su felicitación no usa la persona tú, sino la tercera persona: “Dichosa la que ha creído” y eso insinúa una situación de felicidad que puede repetirse en todos los que crean.
- Acerca de María: es ella la que ha tomado la iniciativa de ponerse en camino (el verbo “levantarse” es el que se usa para la Resurrección) y lo hace a toda prisa, indicándonos algo de su actitud interior de prontitud y disponibilidad. Su voz llena de Espíritu Santo a Isabel y hace que el niño da saltos de gozo en su seno. Se nos revela como Madre del Señor y  como bendita (prolongación de las palabras del ángel en la Anunciación), y dichosa (anticipación de la proclamación de las bienaventuranzas). Estos títulos aluden a aspectos más profundos y receptivos que el de sus acciones y nos anuncian que su identidad más profunda consiste en su relación con Dios y su fe en El: la  Madre del Señor tiene también como nombre: “la que ha creído”.

En la segunda parte, el cántico nos hace comprender que la alegría y la alabanza de María nacen de saberse mirada por el Señor: por eso es capaz de ponerse a contemplar el mundo con Su misma mirada. Es Él quien hace cosas grandes y a ella no le queda más que “engrandecerle” y dejarle a El todo el espacio y todo el protagonismo.
- Acerca de Dios: aparece dos veces (la repetición es la manera bíblica de subrayar la importancia de una idea) como sujeto del verbo prometer;   en el cántico recibe estos títulos: Señor, Salvador, Santo, Poderoso y se hace referencia dos veces a su misericordia. Sus acciones nos revelan algo de sus “costumbres y preferencias”,  las mismas que contemplaremos en  Jesús a lo largo de todo el Evangelio. 

CUANDO MEDITES 

Mira a las dos mujeres portadoras de un misterio de vida, habitadas por una vida en semilla:
- las dos atentas: María a la noticia de que Isabel, la estéril, espera un hijo; Isabel, a la voz de María, a la vida invisible que lleva dentro
- las dos van más allá de ellas mismas: María sale de Galilea; Isabel va más allá de lo que ve: llama a María “Madre de mi Señor”
- cada una da, recibe y aprende de la otra: María, su saludo y su servicio; Isabel, su reconocimiento, su bendición y su proclamación de felicidad
- cada una conduce a la otra más allá de sí misma: María pro-voca la fe de Isabel y que se llene de Espíritu Santo; Isabel pro-voca a María para que cante el Magnificat.

CUANDO ORES

- Siéntete, como María, bajo la mirada del Dios que te envuelve en su misericordia y déjate inundar por el gozo que desborda de toda la escena.
-Agradece la Vida de la que eres portador/a, el “fruto” de la acción de Dios que está ya presente en ti. Pídele ser capaz de reconocer esa presencia y esa Vida en los demás.
- Déjate contagiar por su manera de contemplar el mundo y por sus preferencias.
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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas 


2 comentarios:

  1. excelente me ayuda mucho en la preparación del concierto de la Fundación Católica Comunidad Amar y Servir de Zaraza estado Guárico - Venezuela.

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  2. É interessante perceber, com quanta felicidade Izabel recebe a sua prima e ainda com quanta bênção João batista ainda no ventre de sua mãe recebe a unção para a missão que há de viver na preparação dos caminhos do seu senhor, desde o ventre materno ele se põe a serviço de anunciar a chegada do nosso salvador.

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